La base del amor se encuentra en nuestros
cinco sentidos. Necesito cada uno de ellos para poder vivir en sintonía
contigo. Gracias a Dios puedo verte cada mañana y por ello entiendo que una
persona puede alumbrar más que el sol. Gracias a Dios puedo saber que tu piel
no huele a rosas, pero supera con creces a la mejor fragancia expuesta en
París. Gracias a Dios puedo comprender que un beso tuyo tiene mejor sabor que
el maná prohibido del desierto. Gracias a Dios puedo llegar a la felicidad
completa, porque un susurro por el aire me devuelve mis te quiero. Gracias a
Dios que tu cuerpo algún día topo con el mío, porque desde ese día entendí que
estaba vivo.
Sin embargo maldito sea el diablo, que
tergiversa los cinco sentidos, encontrando en la visión las imágenes más crudas
del ser humano. Con el oído la calumnia, las ganas de querer escuchar el mal
ajeno. Con el tacto alguna guerra constante que más de una mujer sufre en su
alcoba. El mal sabor que puede dejar en nuestra boca la traición. El olor de la
pólvora, que tantas vidas se ha llevado en sus espaldas.
Maldito seas tú, que tu virtud es hacernos
creer que nunca estás, y nuestra desgracia verte aparecer cuando no estás
invitado.
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